agosto 11, 2011

La bruja de Wall Street. Hetty Green.

          "Pese a tener una fortuna valorada en 100 millones de dólares de la época (unos 9.000 millones ahora) vivió con sus dos hijos en habitaciones de míseros hoteles o pequeños apartamentos en Brooklyn y Nueva Jersey (donde nunca encendía la calefacción) para no tener residencia permanente y así no pagar impuestos.  Siempre llevaba el mismo vestido negro, adornado con encajes baratos, al que solo lavaba el bajo para ahorrar agua y jabón, y que cambiaba por otro similar solo cuando se caía a jirones.  Comía una ración de harina de avena diaria, que calentaba en el radiador de la oficina, para no gastar, y compraba galletas rotas para sus hijos, porque eran más baratas.  Y recorría miles de kilómetros sola, en una época en que pocas mujeres viajaban sin escolta, para cobrar una deuda.

Nacida en 1835, como Henrietta Howland Robinson, pero conocida como Hetty Green (y más tarde apodada "la bruja de Wall Street") fue una genio en los negocios casi desde la cuna.   A los 8 años ya tenía su cuenta de ahorros.  A los 13, leía la sección financiera del periódico a su padre y aprendió tanto que se convirtió en administradora del dinero de la familia.  A los 31, tras morir su padre y su solterona tía Sylvia, heredó una flota ballenera y 5 millones de dólares.  Invirtió en bonos de la Guerra Civil y se convirtió en la mujer más rica del mundo.  Por avaricia, inició una batalla legal, que duró 5 años, al enterarse de que tía Sylvia había legado la mitad de su fortuna a obras de caridad. Hetty estaba dispuesta a hacer cualquier cosa para conseguir lo que creía suyo.  En su lucha contra el albacea del testamento, presentó un documento donde aparecía la firma de la tía dejándole todo el patrimonio a ella.  El juicio creó un precedente judicial que todavía hoy se utiliza en EEUU: el caso Robinson vs. Mandell, en el que por primera vez se utilizaba como prueba un rozamiento matemático en los tribunales norteamericanos.  Y el juez falló en contra de Hetty: los porcentajes de que ambas fueran tan similares demostraron que se trataba de una falsificación.

La filosofía de Hetty era simple: "Comprar barato y vender caro".  Y se hizo famosa por su habilidad para ganar dinero, frente a su incapacidad para gastarlo.  Algunos de sus biógrafos justifican esa austeridad en el temor a que los hombres pudieran controlar sus finanzas, lo cual la llevó a dominar cada céntimo y a acumular tanto como pudo.  De hecho, cuando se casó con el rico comerciante Edward Green le hizo firmar un acuerdo prenupcial para no ser responsable de sus deudas.  En pocos años, su marido se había arruinado y, mientras se separaba de él, la herencia de Hetty se había cuadruplicado mediante su astucia para no pagar impuestos, la reinversión y los préstamos de alto interés a empresarios desesperados.  Con un recelo desmedido, la usurera nunca pidió ni un dólar prestado.  Su afán era acumular activos sólidos, sobre todo bienes raíces y ferrocarriles.

Sobre su legendaria avaricia se cuenta que cuando su hijo Edward se rompió una pierna lo llevó a un hospital de caridad y, como se negaron a atenderles gratuitamente, regresaron a casa y trató de curarle ella misma.  Años después, el muchacho perdió su pierna a causa de la gangrena.  Su tímida hija Sylvia también fue víctima de su miserable forma de vivir.  Durante años, Hetty estuvo en contra de todos sus pretendientes. Cuando accedió a que se casara con Matthew Astor Wilks, la joven ya tenía 30 años y el novio tuvo que renunciar a su derecho a heredar. Él pertenecía a la familia Astor y aportaba una fortuna de 2 millones de dólares del año 1909, suficiente dinero para demostrar que no era un cazafortunas.  Dicen que Hetty pasó sus últimos años en una silla de ruedas por negarse a pagar una operación que costaba 150 dólares.  Murió, a los 81 años, tras una apoplejía.  Ironías de la vida, su hijo Edward acabó casándose con su ama de llaves (una exprostituta que conoció en Texas) y fue un derrochador, amante de los coches, los yates y las joyas.  Su hija Sylvia fue siempre una completa ignorante en asuntos financieros y, cuando murió su hermano, se encargó de la herencia familiar que, en 1951, repartió generosamente entre cientos de organizaciones benéficas, iglesias, escuelas y universidades."

(Artículo publicado en Mujerhoy. 06/08/2011)

Si es que, ya digo yo, que eso de racanear para ser el mas rico del cementerio es de los mas tonto...

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